María Francisca Martínez Huidobro, Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario de Gran Canaria Dr. Negrín
Judit Herrera Rodríguez, Servicio de Psiquiatría del Complejo Hospitalario Universitario Insular – Materno Infantil de Canarias
El Tratamiento Asertivo Comunitario (TAC) es la modalidad de intervención comunitaria que ha sido más evaluada y que mejores resultados ha demostrado, tanto en la reducción del número de reingresos hospitalarios, como en el nivel de satisfacción de pacientes y familiares (Aagaard et al., 2017; José & Jambrina, 2007; Schöttle et al., 2018). Este modelo se desarrolló en los años 70, de la mano de Leonard Stein y Mary Ann Test, debido a la necesidad de atención comunitaria de pacientes con trastorno mental grave con un alto grado de discapacidad que fueron externalizados de los hospitales psiquiátricos.
Las intervenciones en el Tratamiento Asertivo Comunitario se realizan habitualmente en el entorno natural del paciente, con el fin de lograr la mejor adaptación posible a su medio social y familiar, de manera que pueda mantenerse en la comunidad y participe de ese entorno en la misma medida que el resto de los ciudadanos (Stein et al., 1975). Un equipo multidisciplinar, integrado por psiquiatras, psicólogos enfermeros, auxiliares y trabajadores sociales, se encarga del seguimiento, los cuidados y el tratamiento de pacientes con una importante vulnerabilidad clínica y social que requieren de un abordaje intensivo, flexible y orientado a la recuperación. Para ello integra diversas actuaciones (farmacológicas, psicoterapéuticas, sociales, familiares, laborales), desde un enfoque rehabilitador que busca alcanzar un mayor nivel de funcionamiento psicosocial y para ello se sirve de las fortalezas y las potencialidades del propio individuo en proceso de cambio.
¿A quién va dirigido?
Este programa está dirigido a personas con trastorno mental grave que tienen síntomas severos persistentes, presentan importante discapacidad funcional, carecen de apoyos familiares o sociales consistentes y están habitualmente desvinculados de los servicios tradicionales de salud mental (J. Allness et al., 2003). Los principales objetivos son facilitar la permanencia del paciente en la comunidad con unas mínimas garantías de calidad de vida, fomentar la autonomía, prevenir recaídas, restablecer una atención sanitaria normalizada, y prestar ayuda en la búsqueda de recursos orientados a la recuperación como la integración sociolaboral.
La importancia de la relación terapéutica
Para poder llevar a cabo las intervenciones en un perfil de usuarios que habitualmente no son capaces de reconocer su propia necesidad de ayuda, la relación terapéutica adquiere especial relevancia, haciéndose necesario el establecimiento de un un diálogo en el que seamos capaces de transmitir que verdaderamente estamos interesados en las necesidades y aspectos vitales que los usuarios consideran importantes, facilitando así el desarrollo de un vínculo terapéutico sólido y una relación de colaboración. Se trata de un abordaje centrado en la persona y en sus valores personales, ayudando y acompañando al individuo en el camino de descubrir cuáles son sus metas vitales, yendo más allá de un enfoque centrado meramente en síntomas.
A través de un estilo colaborativo y una relación de ayuda, centrándonos en el aquí y el ahora, se promueve que los usuarios sean capaces de ver otras alternativas en la manera de percibir el mundo que les rodea y manejarse en él. El análisis y la comprensión de las conductas disfuncionales dentro del propio entorno y contexto, hace que la intervención sobre las mismas sea más eficiente facilitando así el consiguiente cambio. Se trata, en definitiva, de acompañar y orientar a los usuarios en su proceso de recuperación, entendido éste como el desarrollo de un nuevos significados y nuevos objetivos en la vida personal, más allá del impacto de la enfermedad mental.
Deja tu comentario
Debe iniciar sesión para escribir un comentario.