Los últimos años nuestra profesión, la psicología, está sufriendo un verdadero periodo de desconcierto. Parece que Universidades, Colegios Profesionales, Psicólogos y psicólogas recién graduadas y profesionales con más años a sus espaldas, permanecemos inmersos en una situación que provoca angustia a muchos compañeros y compañeras y que no parece más que agravarse. Una regulación confusa de quién puede ejercer como psicoterapeuta, administrar test psicológicos, ofrecer su intervención como profesional de la psicología que no ayuda a aclarar vías de continuidad profesional. Ser psicólogo se ha alejado extraordinariamente de acabar la carrera y en muchas ocasiones no parece ser una mejor formación el motivo real.
La formación orientada a la vida laboral cobra aquí una extraordinaria importancia. Miles de alumnos/as egresados de los grados de psicología en los últimos años se debaten entre la formación postgrado, un Máster de Psicología General Sanitaria con un número reducido de plazas o la opción de acudir a Universidades Privadas a precios a menudo elevados para sus posibilidades económicas –o de sus familias- y en ocasiones con vías de acceso costosas y limitantes.
Prepararse el PIR es otra de las opciones que agrupa a un número importante de estos y estas jóvenes compañeros/as que dedican a menudo años en intentar el acceso a unas plazas escasas en un país cuyas autoridades aún no tienen conciencia clara de la necesidad de los y las psicólogos para mejorar la salud de la población y evitar gastos ingentes en medicamentos de dudosa eficacia. Proyectos como el del profesor Cano Vindel están mostrando, como recientemente apuntan sus investigaciones expuestas en el Congreso de Oviedo, la eficacia no sólo en ámbitos de salud sino también económica de contar con profesionales de la psicología en la atención primaria y esta sería una excelente noticias para miles de compañeros y compañeras en situación de paro, un paro a menudo desesperanzado.
La formación no reglada –la mayoría que se ofrece en nuestro país- carece de una regulación suficientemente clara. En un breve resumen prácticamente cualquier curso, impartido por cualquiera, con cualesquiera características puede llamarse Máster, Experto o lo que se considere oportuno. Este “abuso” de la necesidad formativa de miles de jóvenes ha provocado un “merecido” derrumbe de la formación privada e incluso en muchas ocasiones de la vinculada a universidades.
Pero, si bien es una caída que insisto en considerar merecida, el problema es que arrastra a todos, los que intentaron aprovecharse de la situación y los que intentamos ofrecer una formación de gran calidad desde ámbitos independientes de cualquier presión.
Por eso, en medio de esta selva, os quiero ofrecer algunas claves para poder elegir la mejor formación:
- Es fundamental que os informéis, para eso los tiempos son buenos, de quiénes son los equipos docentes de cualquier formación que os interese. El profesorado de calidad sólo participa en proyectos sólidos y coherentes y no ponen su reputación al servicio de determinados “modelos de negocio”.
- Acceder a proyectos formativos que estén de acuerdo con las áreas en que queráis especializaros. No se trata de saber un poco de todo sino mucho de algo y con una buena base general que debe ser la labor de la Universidad.
- Enteraros quiénes están detrás de los proyectos que se os ofrecen, hablar con ellos, saber si son profesionales implicados y que saben de qué os hablan.
- Preguntad a compañeros. A menudo se trata de inversiones importantes y las experiencias de los demás os hablarán como nadie de aquellas opciones que estáis manejando.
Por último, animaros a seguir. El camino no es fácil pero estoy convencido de que profesionales bien formados siempre van a tener mucho más posible la incorporación al mercado laboral y ejercer la que sin duda es la profesión más hermosa y gratificante.
Sea cuál sea vuestra opción, buena suerte.
Miguel Valenzuela. Psicólogo en Gabinete Ítaca. Fundador de Ítaca Formación.
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