Intervención en el Duelo (ACT).

Ejercicio experiencial imaginario “VOLVER A ELEGIR”

Objetivos:

Ampliar ,flexibilizar, defusionar.

  • Ampliar ,flexibilizar y defusionar.
  • Cambiar postura pasiva ante la muerte.
  • Propiciar flexibilidad necesaria para llegar a la aceptación.
  • Modificar tiempo y espacio para propiciar la plasticidad ante el mecanicismo causa-efecto creado por la mente “a determinado hecho -determinada conducta, emoción, etc.”

Variables a tener en cuenta:

  • Las circunstancias únicas de cada “consultante”: historia de vida, edad, sexo, cultura, pérdidas anteriores, experiencias, etc.
  • Creencias religiosas y/o espirituales.

Fundamentación:

El duelo es un proceso doloroso, de emociones muy “a flor de piel”, hipersensibilidad, reubicación del amor, de roles, etc. Si bien es un sendero a transitar para llegar a la “aceptación” (que no es resignación) de la pérdida, la persona que queda con vida se siente justificadamente: impotente, abatida, despojada, desamparada, siente tristeza, angustia, etc. Estas emociones y otras son inherentes, propias y esperables, hasta necesarias de la elaboración de un duelo.

Voy a compartir un ejercicio que no es para anestesiar ni dejar de sentir el dolor,  tristeza, enojo, etc, tampoco es para “no tener pensamientos y emociones desagradables”. Las sensaciones de injusticia,  de soledad e impotencia son inevitables, ya es es la parte no apetitiva del amor.

Lo que si permitirá este ejercicio a los deudos es utilizar otras emociones del repertorio emocional, que generalmente están vedadas o eclipsadas en un duelo:

La alegría de haber compartido la vida, la libertad de volver a elegir, ratificar la elección, con  un posicionamiento más dinámico frente a la muerte, ante la realidad pasiva de la pérdida y que facilitan el tránsito por los distintos momentos del duelo.

Desarrollaré Este ejercicio por medio de un recorte de sesión imaginaria.

Datos: paciente, mujer, 54 años, enviudo, perdió a su marido hace 2 meses.

T – terapeuta // C – consultante

T – ¿Por qué te angustias?

C- Es que fueron 30 años, una vida de a dos. Desde que nos enamoramos, luchamos juntos, armamos nuestra familia, tuvimos 3 hijos, compartimos todo… No tengo elección, es muy triste esto, Dios sabrá , yo lo veo injusto…

T – Ya que lo mencionas… ¿Parece que crees en Dios verdad?

C – Sí, sí creo,

T – ¿Quieres realizar un ejercicio imaginario para poder ampliar la “mirada” que tienes de la partida de tu esposo?

C – ¿Cómo sería?

T – Cierra los ojos y mi voz guiará tu imaginación… Cada vez que yo diga “y además…” tú agregarás palabras a lo que yo estoy diciendo: “imagina que estás en el cielo hace 55 años atrás, en el momento exacto en que Dios te enviaba  a la tierra  para nacer”, ¿estás dispuesta?

C – Sí, sí, por supuesto.

T- Nacerás en el seno de una  familia unida , serás la primogénita… Blablablá… A los 22 años conocerás el amor de un hombre maravilloso, y además…, …, será un gran esposo. Te amará profundamente, con el cual serás feliz, tendrás una familia hermosa y además…, … con 5 hijos, bellos, y además …, …, … que heredarán de su padre su valentía, y además su …

¡Pero pon atención a esto! Luego de 30 años de este amor casi perfecto tu esposo morirá y regresará a este cielo junto a mí, y tu sufrirás su ausencia, te quedaras en la tierra  hasta tu venida… ¿Comprendes?

C – Sí, sí, lo entiendo.

T – Te pregunto … Aun conociendo esto: ¿quieres en tu vida terrenal elegir este compañero de vida aun sabiendo que regresará a mi antes que tú?

C- Sí, sí, sí, lo elijo y lo elegiría mil veces.

T – Bien, ahora busca 3 motivos con sólido fundamento para hacerlo, escríbelos y léelos con voy muy firme, ¡convénceme!

Fin del diálogo

Invitar a salir del estado meditativo regresando al presente

Luego realizar las siguientes preguntas para ir cerrando el ejercicio:

  • ¿Por qué lo re- elegirías?
  • ¿Valió la pena haber compartido tu vida con él?
  • ¿Tu esposo es una de esas personas que merecen ser lloradas?
  • Cuenta 3 momentos compartidos de mucha felicidad

Conclusiones:

Este es solo un ejercicio sensible y flexible que puede y debe adaptase a los múltiples factores que atraviesan a las personas; sus beneficios son veloces y eficaces; es preferible no hacerlo en los primeros días del duelo; no es recomendable ejercitarlo con personas con un precario anclaje a la realidad (ni agudo, ni crónico); no aplicable a niños.

Autor: Fabian Crazvoff

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