Cristina Abelleira Vidal
Ernesto Baena
La intervención multifamiliar en psicosis. Un modelo necesario.
En el modelo actual de atención comunitaria, la colaboración y apoyo a las familias constituye un recurso fundamental en el proceso de recuperación de las personas con psicosis. Y debe considerarse un componente más en la estrategia global de tratamiento. Sin embargo, y a pesar de que la intervención familiar (IF) se encuentra ampliamente recomendada en las principales guías clínicas, sigue presentando dificultades implantación generalizada en los dispositivos asistenciales.
La desinstitucionalización psiquiátrica supuso un punto de inflexión importante en el modelo de atención del trastorno mental grave (TMG). El retorno de las personas con TMG a su medio familiar y comunitario exigía dicho cambio. Como consecuencia de ello, surgen en las últimas décadas del siglo XX los principales modelos de intervención familiar: Goldstein y Rodnicks (1978); Leff (1982,1992); Fallon (1984); Anderson et al (1986); Tarrier (1992, 1995): McFarlane (1995). Algunos de estos programas tenían una fuerte orientación psicoeducativa; otros mantenían una orientación específica cognitivo-conductual; y otros estaban basados en modificaciones de abordajes sistémicos.
A las diferentes orientaciones se añadía que los modelos de intervención familiar variaban también en cuanto al formato de intervención (unifamiliar-multifamiliar), el lugar de la intervención (clínica-hogar) o la extensión temporal. Sin embargo, todos los modelos compartían, en mayor o menor medida, una serie de componentes comunes: educación sobre la enfermedad, aprendizaje de resolución de problemas, mejora de la comunicación, elaboración de emociones, reducción del contacto y de las expectativas, y conceptualización del terapeuta como “ombudsman” de la familia (Leff, 1995). Con el cambio de siglo, y a excepción del modelo propuesto por el grupo noruego de Bloch et al. (2009), y de la experiencia acumulada en algunos programas específicos, la intervención familiar parece atravesar un cierto “impasse”.
El Programa de Apoyo y Colaboración Familiar
Desarrollado desde hace más de dos décadas en el ámbito asistencial del Plan Insular de Rehabilitación Psicosocial (PIRP) de Gran Canaria (España), es uno de los programas que sí ha logrado diseminarse de forma general en los dispositivos asistenciales de un Área de Salud. Este programa, se ha ido modificando y revisando a lo largo de estos años. Se han realizado tres actualizaciones del Programa de Apoyo y Colaboración Familiar (PACF). Para su última revisión (2020-21) se incorporan algunos principios, componentes y estrategias de otros modelos terapéuticos actuales. Concretamente, de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT). La integración de ACT en la intervención realizada con grupos de familiares de personas con trastornos del espectro psicótico se considera especialmente útil. Para esta integración, se realizan dos propuestas:
1.- Anclaje e integración del modelo terapéutico ACT en el Programa de Apoyo y Colaboración Familiar.
Integración de los principios, componentes básicos (adaptación emocional, defusión cognitiva, valores, compromiso) y estrategias terapéuticas del modelo de Aceptación y Compromiso.
2.- Intervención por niveles en familias de personas con trastornos del espectro psicótico.
Para esta intervención por niveles se considera necesario tener en cuenta estos elementos: gravedad del trastorno, tiempo de evolución, fase del ciclo vital familiar y estilos interaccionales y competencias de cada familia. Atendiendo a todos estos elementos, se realiza una propuesta de intervención en dos niveles, en función del grado de afectación familiar:
Nivel 1: Familias con baja afectación: Aplica para familias con alta capacidad de afrontamiento, baja emoción expresada, baja carga familiar, flexibilización psicológica adecuada y no presencia de trastornos emocionales. Se indicará una intervención multifamiliar psicoeducativa y de apoyo durante 9 meses.
Nivel 2: Familias con alta afectación: Aplica para familias con baja capacidad de afrontamiento, alta emoción expresada y/o alta carga se indicará una intervención familiar completa, durante 2 años. Se incorporan además objetivos y componentes de intervención específicos, que se ajustan a las características de estas familias y que complementan la intervención anterior.
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