Sara Toledano y Teresa Abad

En los años 80 del pasado siglo, Finlandia contaba con una de las tasas de incidencia de personas diagnosticadas de esquizofrenia más altas del mundo. En este marco, un grupo de profesionales apostaron por facilitar a todos sus pacientes psicoterapia intensiva en sus propias redes de soporte social. Así nació el enfoque de Diálogo Abierto. Actualmente, es el modelo de tratamiento con mejores resultados del mundo en la atención a personas en situación de crisis. 

En el año 2003 concluyó un estudio de seguimiento de 5 años de duración con pacientes que habían sido atendidos con el enfoque de Diálogo Abierto. La investigación arrojó unos resultados esperanzadores: tras cinco años, el 79 por ciento de los pacientes estaban asintomáticos y el 80 por ciento trabajaban, estudiaban o buscaban trabajo. Sólo el 20 por ciento tenían una incapacidad reconocida. Dos tercios de los pacientes nunca habían tomado medicación antipsicótica, y sólo el 20 por ciento continuaba tomándola al finalizar el seguimiento. 

Desde los años 80, la aparición de nuevos casos de esquizofrenia en Laponia occidental se ha reducido en un 90 por ciento porque las personas han dejado de cumplir los criterios de duración de los síntomas necesarios para el diagnóstico. Además, al tratarse de una región pequeña, la mayoría de los habitantes han participado alguna vez en su vida en algún encuentro de Diálogo Abierto. Esto ha supuesto un cambio cultural en la manera de entender el sufrimiento psíquico y un cambio en la propia organización social, que ha comprometido a la comunidad en la solución de sus problemas.

Diálogo abierto, un cambio estructural

Diálogo abierto no es solo una técnica de tratamiento, sino que significa un cambio estructural en el sistema de atención a las situaciones de crisis, y es también una filosofía que da cuenta de cómo los seres humanos nos construimos en relación.

En un momento en que los marcos de referencia que nos han servido de base están dejando de funcionar y hay un gran malestar social respecto a algunas de las prácticas que venimos desarrollando desde los servicios de salud mental, es importante volver nuestra mirada hacia otros modelos que, fuera de nuestras fronteras, están consiguiendo demostrar que otras maneras de atender el sufrimiento psíquico son posibles.