¿Es la depresión la verdadera pandemia del siglo XXI? Al menos así lo afirman Pérez y Barraca (2015). Siguiendo los datos en cifras de actualidad, la OMS declaró en enero de 2020 que más de 300 millones de personas en el mundo están diagnosticadas de depresión, y la tendencia sigue en aumento.
La OMS estima que hay alrededor de 800.000 suicidios al año en el mundo, siendo la depresión la segunda causa de muerte entre personas de 15 a 29 años. Datos muy recientes establecen que en España ya es el suicidio la primera causa de muerte entre los jóvenes, habiendo aumentado un 250% los intentos de suicidio en personas de 15 a 29 años (DiarioSur, 2021). Actualmente se produciría una media de 10 suicidios diarios en España, uno cada dos horas y media, actualmente el doble que de muertes por accidentes de tráfico. Por otro lado, se puede ver cómo los medios promueven la asociación de la depresión como causa de muerte, pero el estar transitando por una situación depresiva y recurrir al suicidio como forma definitiva de evitación de ese malestar quizás sería una definición más acertada. Especialmente importante este matiz por la patologización de la depresión y su asociación a la farmacología antidepresiva.
Según Redacción Medica.com (2020), el consumo de fármacos antidepresivos se incrementó más de un 4,8% respecto al año anterior en el mismo periodo, habiendo superado ya más del 6% con respecto a 2019 tras la segunda ola de la pandemia. Si lo traemos a cifras de fármacos, un artículo publicado por El País (2020) declaró que a finales del año pasado, se habrían vendido 4,4 millones más de psicofármacos, habiéndose suministrado 37 millones de unidades de antidepresivos en España (llegando hasta 110,7 millones de unidades en psicofármacos, repartidos entre antipsicóticos, sedantes, tranquilizantes y ansiolíticos).
Con cifras de este nivel en cuanto a depresión, fármacos y suicidios, cabría preguntarse por qué no se establecen más alternativas terapéuticas de elección para la depresión. Como por ejemplo, la psicoterapia con el consumo de deporte.
Numerosa evidencia avala que el deporte provoca beneficios naturales en el organismo; efectos que de manera análoga, tratarían de replicar los psicofármacos. Pero existe una gran diferencia: uno tiene efectos secundarios y otro no.
¿Qué factores determinarían la eficacia del deporte como antidepresivo? ¿Sumaría el deporte un aditivo de efectividad a las psicoterapias actuales? Diversos estudios arrojan datos de valor y sin embargo, no son concluyentes. En las revisiones de Weyerer (1994) se expone que las personas con depresión son por lo general más sedentarias que las que no lo son. Es más, podría darse un efecto paradójico: la depresión puede ocasionar disminución de energía y actividad física por el declive de motivación y alicientes; y la disminución de ejercicio físico puede ser un factor predisponente para sentir depresión (Weyerer, 1994).
Analizando posibles factores de efectividad, Weinberg y Gould (1996) indicaron que:
Como sabemos, La Activación Conductual (AC) es un tratamiento estructurado, con fundamentación teórica y considerado bien establecido gracias a su apoyo empírico para el tratamiento de la depresión (Barraca, 2016). Este enfoque devuelve a la persona a las áreas de valor que había dejado de lado debido a su estado depresivo, y de alguna manera, se activa para ello. El deporte sería una disciplina que activa físicamente a la persona; la actividad en sí misma sería reforzante por sus consecuencias inmediatas asociadas.
Con este marco de entrada, la posible combinación de AC con deporte sería una propuesta más que prometedora. En una nueva línea de investigación, se podría plantear recoger datos que tengan que ver con los parámetros que se han mencionado arriba. Y si se considerase oportuno, apoyarse en el trabajo multidisciplinar de un/a entrenador/a. De este modo, además de registrar las actividades que realiza la persona a lo largo del día, el placer o importancia asociados a ellas, también podríamos registrar:
Con los datos mencionados anteriormente en depresión, suicidios y psicofármacos, sería cuanto menos de interés para la salud de las personas, ahondar más en intervenciones combinadas multidisciplinares como la que se esbozan en el presente artículo. Habríamos de analizar en profundidad, qué factores realmente añaden eficacia a las intervenciones para la depresión en psicoterapia. Se observan numerosos estudios que analizan la eficacia de la Terapia Cognitiva de Beck + Psicofármacos, AC + Psicofármacos, Psicofármacos antidepresivos por sí solos, AC por sí sola, T.CC. de Beck por sí sola y otras muchas más, pero no se combinan de forma usual con deporte.
La medicación se centraría en el alivio del malestar a corto plazo, factor que ya sabemos que se encuentra detrás de muchos problemas psicológicos. La medicación elegiría una evitación a corto plazo en forma de alivio sintomático de la tristeza, con costes y perjuicios mucho mayores a largo plazo.
Habríamos de considerar en cambio, que el deporte tiene una perspectiva largoplacista para la salud de la persona, sin efectos secundarios directos y adaptado al momento vital de cada persona: ¿Hay algo más contextual que esto?
Ítaca Formación utiliza cookies propias y de terceros para mejorar tu experiencia de usuario y ofrecer contenidos adaptados a tus intereses. Al navegar o utilizar nuestros servicios, aceptas el uso que hacemos de ellas. Puedes cambiar la configuración de 'cookies' en cualquier momento. Ver nuestra política de cookies
Los ajustes de cookies de esta web están configurados para "permitir cookies" y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en "Aceptar" estarás dando tu consentimiento a esto.